Estar detrás de un Baile de Negras de Masaya

A Carlos René, gracias por hacerme parte de la tradición.

Quizás sea la expresión cultural más singular de Nicaragua por estar rodeada de características que la hacen única. Empezando por que la danza es bailada por dos hombres con mascaras de cedazo, uno que hace de hombre llamado viejo y otro que hace de mujer llamado negra. Además, la danza misma implica un ritual previo que incluye ensayos en casa particulares solicitados por los dueños mismos; trajes de fantasía finamente confeccionados que bien pueden ser un traje típico de algún país o una fantasía creada por el bailarín; finalmente, esta danza implica un sigiloso seguimiento por parte del danzante que invierte, no sólo dinero, si no cuerpo y alma en pos de seguir la tradición y caminar por las calles de Masaya un domingo de Noviembre.

El Baile de Negras, algo desconocido para mi hace dos año y que ahora lo siento más cerca que nunca. Ser parte de uno es una experiencia sin igual. Ver la dedicación del bailarín que te trasmite esa magia que irradia, vivir paso a paso la creación de un traje, participar en su elaboración muy de cerca y luego ver las expresiones de la gente por las calles es gratificante. Aunque un grupo de negras se integra por lo general de cinco parejas pero detrás de ellos hay un equipo de personas que aportan en gran medida al éxito del grupo.

El día previo al Baile es una carrera contra el tiempo, quizás sea sólo en el baile que me ha tocado estar, pero es ver detalles tras detalles que hacen tomarle más cariño por el mismo empeño que se ponen en las cosas. El traje implica un gran detalle del Baile de Negras, pues siempre habrá un antes y un después, un traje del que todos hablarán en bien o mal, un traje que todos querrán llevar, un traje que imitaran y un traje que se robara todas las miradas en el atrio de San Jerónimo, la mañana del baile. La fantasía se apodera del cuerpo del bailarín y se esfuerza por presentar al pueblo de Masaya el mejor traje con los más finos detalles y con una elegancia muy singular, que bien puede ser una maja española, una emperatriz rusa, una japonesa, una mexicana o una reina de Mesoamérica.

Al llegar el gran día, todo empieza muy de madrugada luego de una larga noche y en algunos casos sin dormir. Vestir al bailarín es otro secreto, un fustán de relleno otro para tapar adornar el primero, luego la falda y la blusa, Llega la parte de los accesorios, la peluca que otro tequio y la máscara que es como darle vida al personaje que se representa con el traje. Salimos todos de la casa rumbo a la casa que será el punto de partida para el recorrido, que incluye más de 30 casa por toda la ciudad. Al sonar del primer bolillo el bailarín levanta la falda, abre el abanico y empieza a bailar a sólo oído de la marimba. Luego se empieza casa por casa a asistir al bailarín para que su día de tradición sea un éxito.

Me falta mucho para describir todo. Sin lugar a dudas agradezco a Carlos René por hacerme parte de la tradición, nos sólo como un espectador si no también con un orfebre de la singularidad que envuelve a los Bailes de Negras de Masaya. 


Foto de William ShevChuk

1 comentario:

  1. Muy buen artículo, yo ya sabía sobre esta tradición pero ahora se un poco más.

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