La gran noche llego y Nicaragua se enteraba que Adriana Dorn era Miss Nicaragua 2001. En medio de una serie de inconvenientes, el Teatro Nacional Rubén Darío recibió un lleno completo para ver a 14 dignas representantes de la mujer nicaragüenses, desde el Caribe hasta el pacifico, pasando por los terrenos montañosos del centro. He aquí mis apreciaciones sobre el evento.
1. La reina es la más indicada. Era indiscutible que Adriana Dorn fue una de las candidatas más destacadas desde su primera aparición. Adriana tiene presencia, porte y soltura de Miss. El trabajo de Miss Nicaragua estará en perfeccionar su talento natural.
2. Entre el derroche de creatividad, el traje “Masaya, tejidos de cultura y tradición” se alzo con el segundo premio más importante de la noche. Diseñado por Carlos René Cruz, el traje está inspirado en las hamacas elaborado por las manos de los artesanos de la ciudad de las flores, que combina exquisitamente un representación iconográfica de nuestra tierra al integrar de modo original la idiosincrasia, la artesanía y la geografía nacional en un bello traje.
4. Cero especulaciones. Cuando hay algo tan bueno ante nosotros es difícil de creerlo y siempre buscamos como deslucirlos. Quizás esto pueda pasar con Adriana Dorn y quizás paso con Scharlette Allen o Thelma Rodríguez. Siempre, habrá quienes buscan como desacreditar una elección, que a mi juicio ha sido una de las más acertadas en la historia del Miss Nicaragua. Lo verdaderamente importante es que cada reina de belleza nacional ha posicionado a Nicaragua en la lista de los preferidos y Adriana continuará por ese camino.
5. No hablare de escenario ni de musicalización pues Miss Nicaragua no se ha caracterizado nunca por tener gran proyección en estas áreas del espectáculo. Sin embargo, este año las cortinas metálicas fueron un peligro inminente cuando se desprendieron sorpresivamente minutos después que hicieron el primer cambio de escenografía.
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