El
manual de la vida no incluye un capítulo sobre identidad, cada uno lo construye
en sus primeros años de vida. Yo no me asumi gay hasta que estaba en la
universidad, quizás por salir del “pueblo” o por tener más “libertad”.
De
lo que me acuerdo, siempre fui un niño normal. Nunca me gustaba perder. Nunca
aprendí a bailar un trompo en la mano. Nunca tuve puntería para las chibolas.
Me gustaba jugar kitball o un tipo de béisbol pero con una bola de fútbol. Me
gustaba jugar a construir ciudades con casa, gasolineras, supermercados y andar
por todos esos lugares. Me gustaba ser yo.
Siempre
estuve luchando entre lo que la sociedad me pedía y lo que ser me decía, por un
lado la imagen heteronormal del adolescente con muchas novias y por otro lado
el rechazo al estereotipo homosexual de una ciudad como Jinotepe de que se
traduce, lamentablemente, muchas veces en un travesti con poca educación.
Recuerdo que en sexto grado me le “declare” a una compañera y “anduve jalando”
por dos días hasta que me dejó por otro compañero con toda la virilidad encima,
un prototipo de masculinidad en plena adolescencia. Ahora confieso que a mi también
me atraía y lo odiaba por eso.
En
secundaria, ya las ideas eran más claras sobre mi identidad pero el miedo al
rechazo social y familiar, sumado a la culpa y al miedo que sentía me
persiguieron durante esos cinco años. Los primero años el acoso por ser
“diferente” era cosa de todos los días, ir al baño siempre fue una tortura por
temor a encontrarme a alguno de los “insolentes” y decirme “cochón” era la
ofensa perfecta cuando había cualquier discusión. En la secundaria también me
“enamore” de mujeres pensando que teniendo novia me iba a “curar” pero por las
noches los sueños de mi realidad se apoderaban de mí y me recordaban en deseo
por estar con un hombre.
Siempre me reclame porque era gay. Nunca se lo dije a nadie y ante la necesidad de hablar empecé a escribir en un diario todo y cómo me sentía. Leer esas hojas es un subir y bajar de emociones, deseos, sueño y anécdotas que sólo mi diario y yo las sabremos. A lo largo de los años acumule cuatro diarios que resumen más de siete años, siempre que olvido quien soy...voy a leerlos porque amo ser gay, se que es difícil pero hoy me doy cuenta que somos la generación del cambio. En el futuro, no habrá necesidad de preguntarse pues a diario más gays hablamos y normalizamos el tema, más gays luchamos por la igualdad social, más gays demostramos que el amor entre iguales es posible, más gays llegamos a puestos públicos de poder y más gays compartimos nuestras experiencias como hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario